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Etapa VII: Dettifoss y la garganta de Asbyrgi



Después de unos días combinando rutas a pie y algo de relax en el lago Myvatn, recogimos todo nuestro equipo y pusimos rumbo a las cataratas más caudalosas de Europa: Dettifoss.


Si habéis leído todas nuestras etapas del viaje a Islandia, quizás habréis caído en un detalle: todas las palabras islandesas que acaban en -foss indican una catarata, mientras que todas las que acaban por -jökull vienen a indicar el nombre de un glaciar.


Bueno, para llegar a Dettifoss desde el Lago Myvatn se ha de sufrir un poco...
La carretera principal “1” te deja a unos 30 Km de las cataratas, y la nueva carretera (por llamarla de alguna manera) por la que hay que transitar es horrible...
Es un camino de tierra repleto de ondulaciones, lo que provoca que las ruedas caigan en una de esas ondulaciones en cada giro. El resultado es que el coche va dando unos botes increíbles, y el salpicadero parece que se sale de su sitio...
Cuando nosotros llegamos a esa carretera, al principio íbamos muy lentos (20-30 Km/h), ya que el coche era de alquiler, y no queríamos quedarnos tirados en esos parajes...
Así estuvimos unos 7 Km, y nos dolía todo el cuerpo de los botes. Entonces, un pequeño Toyota Yaris (casi todas las compañías de alquiler tenían ese modelo), nos adelantó rapidísimo...
Después de maldecir al conductor del Yaris por habernos tirado mil piedras sobre el coche al adelantarnos, y habernos hecho parar al no ver ni a un metro del parabrisas por el polvo levantado, pensamos: “si nosotros a 20Km/h sufrimos los baches, la gente que vaya dentro del Yaris debe estar horrible...”.
Sin embargo nos quedó la duda, y comenzamos a acelerar cómo ellos... 40, 50, 60, 70 Km/h... Según incrementábamos la velocidad, menos se sentían las dichosas ondulaciones...
La explicación era sencilla: no daba tiempo a que las ruedas cayesen en las ondulaciones, ya que saltaban de pico a pico, lo que hacía que el coche “planease” sobre ellas... La única pega eran las curvas, ya que sino bajabas un poco la velocidad, el coche te hacía un recto y se iba a la cuneta.
La verdad es que fue una suerte que nos pasase aquel coche, ya que sino habríamos hecho todo el camino a 20Km/h, y se nos hubiese desmontado el pobre coche.


Bueno, al fin llegamos a las cataratas de Dettifoss, y se nos olvidó el calvario de los primeros kilómetros de carretera...


Dettifoss es una cascada situada en el Parque Nacional Jökulsárgljúfur. Sus aguas provienen del río Jökulsá á Fjöllum, que nace en el glaciar Vatnajökull y recoje agua de una amplia cuenca. Está considerada la cascada más caudalosa de Europa, con unos caudales medio y máximo registrado de 200 y 500 m³ por segundo, respectivamente, dependiendo de la estación y del deshielo glaciar. Tiene 100 metros de ancho y una caída de 44 m hasta el cañón Jökulsárgljúfur.
Al igual que hemos comentado en tras etapas, independientemente de lo impresionante de la catarata, lo que hace todavía más increíble la experiencia es lo salvaje del entorno...
No nos vamos a encontrar vallas de seguridad, ni chiringuitos, ni venta de entradas... Sólo Naturaleza (en mayúsculas).


Un detalle curioso: casi todas las cataratas del país tienen un dueño, es decir, no son consideradas parques naturales propiedad del Estado ni nada parecido como sucede en España. Son privadas, por lo que todavía se explica menos el porqué no hay una explotación turística alrededor de ellas...


Bueno, después de hacer “mil” fotografías, y de “hacer un poco el cabra”, decidimos seguir nuestra ruta.




Cómo ni de coña íbamos a retroceder sobre nuestros pasos, decidimos comprobar qué tal era la carretera yendo de nuevo hacia la costa, en dirección hacia Húsavík.
Fue todo un acierto, ya que, aunque la carretera no mejoraba demasiado, llegamos sin pretenderlo a la garganta de Ásbyrgi.


Esta garganta la encontramos siguiendo el recorrido natural del río hacia el mar, y podríamos describirla como una profunda grieta en la tierra, de varios kilómetros de longitud, que provoca una especie de micro-clima en la zona. Si queréis algunos datos técnicos, diremos que este “cañón” mide 3,5 Km de longitud por 1,1 Km de ancho. La altura máxima a la que pueden llegar las paredes completamente verticales llega a los 100 metros de desnivel.


Al llegar, al borde de la carretera nos encontramos un centro de visitantes que tampoco sirve para mucho, ya que la persona que está allí se limita a venderte mapas con las rutas a seguir. No merece la pena... Lo único que podéis sacar en claro es leer paneles informativos del porque de la formación de la garganta, y qué condiciones tan especiales son las que se dan en la zona, lo que hacen que esta sea una de las zonas con más vegetación de toda Islandia.
Resumiendo (esperemos haber entendido un poco los carteles explicativos), la garganta de Ásbyrgi se formó por filtraciones de agua en el suelo, que ante gigantescas riadas provenientes del glaciar hicieron que el suelo cediese, produciéndose un corte brutal en zonas con un sustrato más blando...
Lo importante: Cuando llegas a pie al final de la garganta, es decir, cuando te encuentras las paredes verticales ante ti y ya no puedes avanzar, te das la vuelta y ves un valle en el subsuelo, un valle mucho más fértil que lo que hay en la capa más alta, con unas temperaturas mucho más suaves, y protegido del temido viento. En definitiva, ves un valle relativamente poblado de vegetación (para ser Islandia), protegido a ambos lados por unas paredes completamente verticales...


Merece la pena hacer la ruta a pie por toda la garganta, ya que aparte de las vistas, se tiene el privilegio de pasear entre abedules y sauces, y al final del cañón llegas a un pequeño lago natural con algunos patos y otras especies acuáticas (llamado lago Botnstjörn).
Si miráis una de las paredes, veréis un mancha negra alargada que llega hasta arriba. Haced un pequeño ejercicio de imaginación, e intentad atisbar la figura de la señora de la garganta de Ásbyrgi. No hay que ser demasiado imaginativo, ya que la mancha es inusualmente explicita.
Para finalizar os diremos que si sois muy amantes de la naturaleza, y queréis pasar la noche en el corazón de esta garganta, disponéis de un camping en el valle (ver fotos).


Después de abandonar Ásbyrgi, y siguiendo por la carretera “85”, llegamos hasta la costa, dónde podemos optar por retroceder a Húsavík, o bien ir a visitar el punto más al norte de Islandia: Hraunhafnartangi (este es el punto más al norte de Islandia sin tener que coger un barco o avión, es decir, sin tener en cuenta la pequeña isla de Grímsey, de la que ya hablamos en otra etapa anterior (ver)).
Independientemente de la ruta que sigáis, lo que sí que podréis disfrutar es de los fiordos islandeses, ya que la carretera “85” bordea toda la costa permitiendo divisarlos perfectamente.



Continuará...



Un saludo,



El equipo de ViajarWeb

3 comentarios:

Deprisa dijo...

Siempre me ha gustado esa manera de viajar. Con un itinerario prefijado pero no inamovible y todo por descubrir.

Seguid así.

Rafael Garbero dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rafael Garbero dijo...

Buena información sobre viajes y turismo..., gracias por compartirla, saludos