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Etapa V: Godafoss y Húsavík

Después de unos días reponiendo fuerzas y material en Akureyri, decidimos volver a la aventura propiamente dicha...
Cogimos nuestro pequeño Citroën C3 y atravesamos el fiordo Eyjafjörður en dirección a Godafoss, la cascada de los dioses...
Desde nuestra llegada a Islandia habíamos visto muchas cascadas. La mayoría de ellas habían sido pequeños saltos de agua que se iban produciendo de manera natural por las intensas lluvias, pero otras habían sido impresionantes cómo la del parque natural de Thigvellir o las cascadas de lava de Hraunfossar.
Sin embargo, en mi opinión, Godafoss estaba en otro nivel... Aquí creo que podíamos hablar de catarata y no de cascada...

Goðafoss, en islandés se traduce como “la catarata o cascada de los dioses”.
Su nombre proviene del año 1000 aproximadamente, cuando Islandia se convierte al cristianismo. Según las leyendas (recogidas en las famosas Sagas Islandesas), Thorgeir (Þorgeirr Ljósvetningagoði en islandés), figura clave en esta conversión, arrojó desde esta cascada las figuras de madera de los dioses paganos adorados hasta esa fecha, al regreso de la conversión oficial en la explanada de Thigvellir.

Las cataratas de Godafoss se encuentran a unos 40Km de Akureyri, y si os interesan los datos, os diremos que tienen un salto de agua de unos 12 metros de altura y una anchura de unos 30 metros.
Los datos no son demasiado impresionantes, pero sí que lo es la sensación de libertad y de naturaleza en estado puro...
Normalmente estamos acostumbrados a que todas las maravillas de la naturaleza se exploten turísticamente, es decir, que haya el típico restaurante, hoteles, chiringuitos...
Lo increíble de casi todas las maravillas naturales de Islandia es precisamente eso, que siguen siendo naturales, salvajes, vírgenes...
Aquí no vas a encontrar vallas que te impedirán saltar, ni arrimarte mucho... de hecho, si vas allí, estás casi obligado a tocar el agua, o a bordearla para no mojarte...

Ese día nosotros habíamos madrugado para ir a Godafoss, y cómo bien dice el refrán, y más aún en esta cascada: “a quien madruga, Dios (en este caso debemos decir “los dioses”) le ayudan”, ya que casi no había nadie en el lugar cuando llegamos.
Pudimos disfrutar casi a solas de esta maravilla, y cuando decidíamos irnos, aparecía un autobús lleno de turistas...
Por cierto, en otra “crónica” os he de contar cómo son los autobuses de turistas islandeses, ya que, en la Europa clásica estamos acostumbrados a ver autobuses “Mega-class” con todas las comodidades, mientras que en Islandia, los autobuses más parecen trolebuses o tronco-móviles, ya que allí lo que prima es un buen motor y unos buenos neumáticos. Los lujos están de más en esta abrupta naturaleza...



Después de almorzar con estas fantásticas vistas, decidimos coger de nuevo el coche e ir hacia el norte, en particular hacia el pueblo de Húsavík.

Húsavík no llega a los 2700 habitantes, y su principal fuente de riqueza viene de la pesca, aunque en los últimos años se ha convertido en un centro turístico importante, ya que desde aquí salen excursiones diarias para el avistamiento de ballenas.
De hecho, se ha convertido en la capital Europea del avistamiento de ballenas.

Al llegar al pueblo te encuentras fácilmente con su pequeño puerto, y con las dos compañías que hacen este tipo de viajes: North Sailing (http://www.northsailing.is/) y Gentle Giants (http://www.gentlegiants.is/).

No os vamos a decir con qué compañía de las dos hicimos nuestro viaje en busca de cetáceos, pero lo que si os podemos decir es el método seguido para la elección de la empresa.
Las dos empresas ofrecen la excursión a un precio similar, ambas presumen de 97-98% de visualizaciones en sus viajes, y ambas ofrecen el mismo número de viajes diarios, y las mismas comodidades abordo. Lo único que las diferencia es la hora de partida, aunque tampoco creais que se diferncian en mucho (unos 20 minutos de diferencia).
Por tanto, el método de elegir la empresa es fácil, la primera que salga desde que llegas...

Así pues, aparcamos el coche (aunque no en el puerto, ya que había overbooking, es decir, los 10 o 15 aparcamientos que había estaban todos ocupados, lo que nos obligó a recorrer unos 20 metros más en busca de aparcamiento (record por ahora en el viaje)), compramos los billetes, y a disfrutar del paseito....

Antes de contaros nuestra experiencia marinera, que quede una cosa clara: Todos los miembros de ViajarWeb somos de “secano”, es decir, que el mar sólo lo vemos en vacaciones....

Bueno, avisado esto, comentar que el recorrido dura unas 3 horas, y que los barquitos en los que se hace, son pequeños y de madera...
Llevan un pequeño mástil con un puesto de vigilancia en la parte superior, para que un lugareño se suba durante todo el recorrido, y otee el horizonte en busca de ballenas...

Durante el recorrido, el capitán te va dando un discursito por megafonía, sobre los tipos de ballena que están por la zona, y el método que vamos a seguir para intentar descubrirlas...
También te cuentan que tienes abordo unos trajes o monos adecuados para el frío de alta mar...
Al principio piensas: “Si hombre, me voy a poner yo el dichoso mono con el calor que hace...”, pero poco a poco vas viendo que la brisa que viene no es la misma que la del Mediterráneo, y casi hay “tortas” por buscar un mono de tu talla...

Bueno, el barco se aleja de la costa durante una hora más o menos (no sabría precisar cuantas millas ni nada de eso). Entonces, bajan las revoluciones de los motores, y se ponen a buscar ballenas.
De repente, se escucha un grito, y el motor del pequeño barco acelera a su máxima velocidad en la dirección que le indica el vigía.
Todo el mundo se desplaza corriendo (cámaras en mano) hacia el lado donde se encuentra la ballena...
Ni que decir tiene que cuando las “jodías” cámaras digitales quieren enfocar al dichoso cetáceo, este se encuentra ya a unos 10 metros por debajo del agua...
Quien está equipado de cámara reflex, enseguida configura el disparo en modo “ráfaga”, de modo que sacará 100 fotos y se verá en 5 a la ballena, pero bueno, valdrá la pena...
Sin embargo, quienes cómo nosotros llevamos cámaras digitales, no nos queda otra que esperar de nuevo a que la ballena salga a respirar a la superficie.
Esto es un pelín aburrido, ya que las ballenas pueden estar unos 5 minutos o más sin salir de nuevo a la superficie, por lo que te desesperas y apagas de nuevo la cámara...
Cuando menos te lo esperas, aparece de nuevo, salvo que ya no está en popa, sino en proa, lo que hace que todo el barco se desplace en estampida de un lado a otro del pequeño barquito. Entonces, enfocas, y cuando has disparado, ves que en la pantalla digital te aparece un rastro de agua con una cosa negra en el medio...
Piensas, “bueno, no he sacado fotos, pero al menos la he visto”...

Este “ritual” de seguimiento ballenero dura una hora más o menos, viendo al dichoso animal 10 o 15 segundos cada 5 o 10 minutos....
En definitiva, la segunda hora del viaje podemos titularla “Caza y captura”, yendo de un lado para otro en función de dónde aparece la ballena a respirar...

Al cabo de esa hora, la ballena desaparece totalmente, o bien el patrón del barco se aleja disimuladamente, de modo que no queda otra opción que regresar a puerto...
Por tanto la tercera hora es de vuelta del viaje...

Para que el animo no decaiga, durante la vuelta, aparece un marinero con bandejas de chocolate caliente y unos bollos típicos islandeses, de modo que la conversación abordo mejora considerablemente...

Si recordáis, en una de las primeras crónicas contamos que una miembro del equipo estaba esperando un bebé... Pues bien, que sepáis que las 3 horas de barco no le sentaron demasiado bien a nuestra amiga, lo que le hizo tirar por la borda algo más que el chocolate...

Al llegar a puerto hicimos resumen... ¿Cuántas fotos tenemos en que salga las ballenas que hemos visto?
Comenzamos a ver fotos y más fotos, y teniendo varias cámaras, conseguimos reunir 10 o 15 instantáneas dónde se llega a “intuir” a los escurridizos animales...
Parece una decepción, pero no lo es tanto... Al cabo de unos días nos juntamos con una pareja muy agradable de Alcorcón (Madrid), y nos dijeron que durante su viaje en Húsavík, no llegaron a ver ninguna ballena... Nosotros no las habíamos fotografiado, pero al menos las habíamos visto...
En todo caso, os ofrecemos las “mejores fotos” de nuestro viaje en busca de “moby dick”, jeje...

Una vez acabamos la conversación de ballenas, nos dimos cuenta que teníamos todo en el coche, y que no nos habíamos preocupado de que íbamos a hacer esa noche...
Buscamos rápidamente alojamiento, y decidimos pasear por el pueblo...

Personalmente, el pueblo me parecía muy acogedor... Por un lado está la montaña, y por otro el mar, además de tener una iglesia preciosa del siglo XIX.

Para lo pequeño que es el pueblo tienen varias instalaciones deportivas, de hecho, nos sentamos en el césped durante un rato a ver un partidillo de fútbol...
Eso me hizo acordarme de Guðjohnsen , el jugador del Barça...
La verdad es que no conozco más jugadores islandeses, aunque es normal que tampoco haya demasiados... Entre que la población es escasa, y que la liga no es potente, ¿cómo se va a dar un crack del fútbol?

Continuará...

El equipo de ViajarWeb.



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