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Etapa V: Godafoss y Húsavík

Después de unos días reponiendo fuerzas y material en Akureyri, decidimos volver a la aventura propiamente dicha...
Cogimos nuestro pequeño Citroën C3 y atravesamos el fiordo Eyjafjörður en dirección a Godafoss, la cascada de los dioses...
Desde nuestra llegada a Islandia habíamos visto muchas cascadas. La mayoría de ellas habían sido pequeños saltos de agua que se iban produciendo de manera natural por las intensas lluvias, pero otras habían sido impresionantes cómo la del parque natural de Thigvellir o las cascadas de lava de Hraunfossar.
Sin embargo, en mi opinión, Godafoss estaba en otro nivel... Aquí creo que podíamos hablar de catarata y no de cascada...

Goðafoss, en islandés se traduce como “la catarata o cascada de los dioses”.
Su nombre proviene del año 1000 aproximadamente, cuando Islandia se convierte al cristianismo. Según las leyendas (recogidas en las famosas Sagas Islandesas), Thorgeir (Þorgeirr Ljósvetningagoði en islandés), figura clave en esta conversión, arrojó desde esta cascada las figuras de madera de los dioses paganos adorados hasta esa fecha, al regreso de la conversión oficial en la explanada de Thigvellir.

Las cataratas de Godafoss se encuentran a unos 40Km de Akureyri, y si os interesan los datos, os diremos que tienen un salto de agua de unos 12 metros de altura y una anchura de unos 30 metros.
Los datos no son demasiado impresionantes, pero sí que lo es la sensación de libertad y de naturaleza en estado puro...
Normalmente estamos acostumbrados a que todas las maravillas de la naturaleza se exploten turísticamente, es decir, que haya el típico restaurante, hoteles, chiringuitos...
Lo increíble de casi todas las maravillas naturales de Islandia es precisamente eso, que siguen siendo naturales, salvajes, vírgenes...
Aquí no vas a encontrar vallas que te impedirán saltar, ni arrimarte mucho... de hecho, si vas allí, estás casi obligado a tocar el agua, o a bordearla para no mojarte...

Ese día nosotros habíamos madrugado para ir a Godafoss, y cómo bien dice el refrán, y más aún en esta cascada: “a quien madruga, Dios (en este caso debemos decir “los dioses”) le ayudan”, ya que casi no había nadie en el lugar cuando llegamos.
Pudimos disfrutar casi a solas de esta maravilla, y cuando decidíamos irnos, aparecía un autobús lleno de turistas...
Por cierto, en otra “crónica” os he de contar cómo son los autobuses de turistas islandeses, ya que, en la Europa clásica estamos acostumbrados a ver autobuses “Mega-class” con todas las comodidades, mientras que en Islandia, los autobuses más parecen trolebuses o tronco-móviles, ya que allí lo que prima es un buen motor y unos buenos neumáticos. Los lujos están de más en esta abrupta naturaleza...



Después de almorzar con estas fantásticas vistas, decidimos coger de nuevo el coche e ir hacia el norte, en particular hacia el pueblo de Húsavík.

Húsavík no llega a los 2700 habitantes, y su principal fuente de riqueza viene de la pesca, aunque en los últimos años se ha convertido en un centro turístico importante, ya que desde aquí salen excursiones diarias para el avistamiento de ballenas.
De hecho, se ha convertido en la capital Europea del avistamiento de ballenas.

Al llegar al pueblo te encuentras fácilmente con su pequeño puerto, y con las dos compañías que hacen este tipo de viajes: North Sailing (http://www.northsailing.is/) y Gentle Giants (http://www.gentlegiants.is/).

No os vamos a decir con qué compañía de las dos hicimos nuestro viaje en busca de cetáceos, pero lo que si os podemos decir es el método seguido para la elección de la empresa.
Las dos empresas ofrecen la excursión a un precio similar, ambas presumen de 97-98% de visualizaciones en sus viajes, y ambas ofrecen el mismo número de viajes diarios, y las mismas comodidades abordo. Lo único que las diferencia es la hora de partida, aunque tampoco creais que se diferncian en mucho (unos 20 minutos de diferencia).
Por tanto, el método de elegir la empresa es fácil, la primera que salga desde que llegas...

Así pues, aparcamos el coche (aunque no en el puerto, ya que había overbooking, es decir, los 10 o 15 aparcamientos que había estaban todos ocupados, lo que nos obligó a recorrer unos 20 metros más en busca de aparcamiento (record por ahora en el viaje)), compramos los billetes, y a disfrutar del paseito....

Antes de contaros nuestra experiencia marinera, que quede una cosa clara: Todos los miembros de ViajarWeb somos de “secano”, es decir, que el mar sólo lo vemos en vacaciones....

Bueno, avisado esto, comentar que el recorrido dura unas 3 horas, y que los barquitos en los que se hace, son pequeños y de madera...
Llevan un pequeño mástil con un puesto de vigilancia en la parte superior, para que un lugareño se suba durante todo el recorrido, y otee el horizonte en busca de ballenas...

Durante el recorrido, el capitán te va dando un discursito por megafonía, sobre los tipos de ballena que están por la zona, y el método que vamos a seguir para intentar descubrirlas...
También te cuentan que tienes abordo unos trajes o monos adecuados para el frío de alta mar...
Al principio piensas: “Si hombre, me voy a poner yo el dichoso mono con el calor que hace...”, pero poco a poco vas viendo que la brisa que viene no es la misma que la del Mediterráneo, y casi hay “tortas” por buscar un mono de tu talla...

Bueno, el barco se aleja de la costa durante una hora más o menos (no sabría precisar cuantas millas ni nada de eso). Entonces, bajan las revoluciones de los motores, y se ponen a buscar ballenas.
De repente, se escucha un grito, y el motor del pequeño barco acelera a su máxima velocidad en la dirección que le indica el vigía.
Todo el mundo se desplaza corriendo (cámaras en mano) hacia el lado donde se encuentra la ballena...
Ni que decir tiene que cuando las “jodías” cámaras digitales quieren enfocar al dichoso cetáceo, este se encuentra ya a unos 10 metros por debajo del agua...
Quien está equipado de cámara reflex, enseguida configura el disparo en modo “ráfaga”, de modo que sacará 100 fotos y se verá en 5 a la ballena, pero bueno, valdrá la pena...
Sin embargo, quienes cómo nosotros llevamos cámaras digitales, no nos queda otra que esperar de nuevo a que la ballena salga a respirar a la superficie.
Esto es un pelín aburrido, ya que las ballenas pueden estar unos 5 minutos o más sin salir de nuevo a la superficie, por lo que te desesperas y apagas de nuevo la cámara...
Cuando menos te lo esperas, aparece de nuevo, salvo que ya no está en popa, sino en proa, lo que hace que todo el barco se desplace en estampida de un lado a otro del pequeño barquito. Entonces, enfocas, y cuando has disparado, ves que en la pantalla digital te aparece un rastro de agua con una cosa negra en el medio...
Piensas, “bueno, no he sacado fotos, pero al menos la he visto”...

Este “ritual” de seguimiento ballenero dura una hora más o menos, viendo al dichoso animal 10 o 15 segundos cada 5 o 10 minutos....
En definitiva, la segunda hora del viaje podemos titularla “Caza y captura”, yendo de un lado para otro en función de dónde aparece la ballena a respirar...

Al cabo de esa hora, la ballena desaparece totalmente, o bien el patrón del barco se aleja disimuladamente, de modo que no queda otra opción que regresar a puerto...
Por tanto la tercera hora es de vuelta del viaje...

Para que el animo no decaiga, durante la vuelta, aparece un marinero con bandejas de chocolate caliente y unos bollos típicos islandeses, de modo que la conversación abordo mejora considerablemente...

Si recordáis, en una de las primeras crónicas contamos que una miembro del equipo estaba esperando un bebé... Pues bien, que sepáis que las 3 horas de barco no le sentaron demasiado bien a nuestra amiga, lo que le hizo tirar por la borda algo más que el chocolate...

Al llegar a puerto hicimos resumen... ¿Cuántas fotos tenemos en que salga las ballenas que hemos visto?
Comenzamos a ver fotos y más fotos, y teniendo varias cámaras, conseguimos reunir 10 o 15 instantáneas dónde se llega a “intuir” a los escurridizos animales...
Parece una decepción, pero no lo es tanto... Al cabo de unos días nos juntamos con una pareja muy agradable de Alcorcón (Madrid), y nos dijeron que durante su viaje en Húsavík, no llegaron a ver ninguna ballena... Nosotros no las habíamos fotografiado, pero al menos las habíamos visto...
En todo caso, os ofrecemos las “mejores fotos” de nuestro viaje en busca de “moby dick”, jeje...

Una vez acabamos la conversación de ballenas, nos dimos cuenta que teníamos todo en el coche, y que no nos habíamos preocupado de que íbamos a hacer esa noche...
Buscamos rápidamente alojamiento, y decidimos pasear por el pueblo...

Personalmente, el pueblo me parecía muy acogedor... Por un lado está la montaña, y por otro el mar, además de tener una iglesia preciosa del siglo XIX.

Para lo pequeño que es el pueblo tienen varias instalaciones deportivas, de hecho, nos sentamos en el césped durante un rato a ver un partidillo de fútbol...
Eso me hizo acordarme de Guðjohnsen , el jugador del Barça...
La verdad es que no conozco más jugadores islandeses, aunque es normal que tampoco haya demasiados... Entre que la población es escasa, y que la liga no es potente, ¿cómo se va a dar un crack del fútbol?

Continuará...

El equipo de ViajarWeb.



Etapa IV: Akureyri

La etapa anterior nos enseñó dos cosas muy importantes en Islandia:

1- Pregunta a los lugareños qué camino es el mejor a tomar.
En casi todos los lugares del mundo es posible llegar a un mismo sitio por dos carreteras distintas. En Islandia no siempre se da ese caso, ya que las carreteras brillan por su ausencia, pero cuando se de esa circunstancia, hay siempre que preguntar qué camino tiene mejor asfalto... Bueno, en ocasiones la gente de Islandia se ríe si preguntas por asfalto, pero no te preocupes que sabrán que te refieres a qué camino es el menos malo, aunque ninguno de los dos esté asfaltado...

2- El tiempo de Islandia cambia muchísimo en poco tiempo.
En varias tiendas de Reykiavik vendían una camiseta en la que se veía a un excursionista salir de paseo con un sol estupendo. La siguiente viñeta de la camiseta representaba al excursionista en medio de una ventisca.
La siguiente viñeta mostraba al excursionista bajo el diluvio universal, y en la última se veía al pobre hombre llegar de nuevo al campamento con toda la ropa destrozada y un sol de justicia de nuevo.
El eslogan que marcaba la camiseta era: Iceland Weather’s, o para los que no saben inglés como yo... “El tiempo de Islandia”.
Puede parecer exagerado, pero os prometo que no lo es...

Esto os lo cuento ya que, después de haber soñado con que nos despeñábamos por cualquier cuneta de las carreteras islandesas de “mier..”, y después de aparecérseme Noé y su Arca por la noche, amanecimos con un tiempo fantástico y unas ganas renovadas de explorar...

En el desayuno pregunté a una buena señora acerca de la mejor manera de llegar a la carretera “1”, y entendí lo suficiente para saber que debíamos coger el camino largo...
Creo que ella comentó algo de que por el otro camino había menos kilómetros y que la tierra era buena, pero sólo oír la palabra “tierra” me hizo temblar y tomar el camino largo...

Tomamos la carretera “60” y fue todo un acierto, ya que, además de tener un asfalto aceptable (similar a las carreteras comarcales españolas), con lo que había llovido la noche anterior, se habían formado pequeñas cascadas y riachuelos por todas partes...
La carretera transitaba entre pequeñas montañas, y la belleza del paisaje nos obligó a parar varias veces para hacer fotos...

Al llegar a la carretera “1” seguimos teniendo paisajes interesantes, aunque cambiamos las montañas por páramos y las pequeñas cataratas por caballos islandeses en semi-libertad...

Las carreteras islandesas tampoco tienen áreas de descanso propiamente dichas...
Lo que más se aproxima a eso son dos mesas de madera con sus correspondientes asientos en una ampliación de la cuneta de la carretera.
Es interesante parar en cualquiera de esos sitios, ya que además de esas mesas, también disponen de unos carteles “turísticos” con información acerca de la zona por dónde estás transitando...
Los carteles que nosotros vimos hablaban sobre los noruegos y sus conquistas o invasiones en Islandia...
Claro que, no os esperéis que esta gente os cuente su particular “2 de Mayo”, ya que, ¿quién en sus cabales va a querer invadir a esta gente?
Eso sí, estando en estos lares tan fríos y desérticos, entiendes porqué Napoleón fracasó en su campaña rusa...

Bueno, os he de reconocer que después de varios días sin ver civilización, nos entró la morriña de la ciudad, y decidimos ir hacia Akureyri...

Akureyri es conocida cómo la “Capital del Norte”, aunque no es la segunda ciudad en tamaño ni en habitantes, sino que es la cuarta.
Tiene algo más de 17000 habitantes y está asentada en el lado oeste del fiordo Eyjafjörður. Este fiordo es el más largo de Islandia con unos 60Km de longitud.

Akureyri está rodeada de montañas, la mayor de ellas Súlur a 1.213 metros sobre el nivel del mar, y Hlíðarfjall a 1.116 metros.
Tiene una iglesia interesante y poco más...

Lo más sorprendente de las ciudades islandesas es que, además de ser escasas, no tienen nada que las haga destacar. Esto hace que, por más que lo intente, no pueda describir nada interesante de esta ciudad.
Bueno... quizás sí.... Estando paseando por la calle más comercial del pueblo, vimos una grúa sacando una rulot de dentro de ¡¡¡UNA TERRAZA INTERIOR DEL PROPIO EDIFICIO!!! (ver imagen)


Si durante los días que estuvimos descansando en Akureyri, el recuerdo más intenso que nos queda es la grúa, podéis esperaros cualquier cosa...

Revisando nuestro cuaderno de bitácora leo también que estuvimos paseando por unos jardines, y que vimos la casa de un escritor islandés famoso...
No me debió marcar demasiado, ya que no lo recordaba... Sin embargo, para que no digáis que no investigamos, consultamos en Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Akureyri#Personalidades) las personalidades nacidas en este pueblo, y descubrimos que nuestro escritor famoso debía ser Jón Sveinsson (1857-1944), un popular autor de libros infantiles. No se si os aporta algo este dato, pero a mi me ha dejado el cuerpo igual que antes...

Pero bueno, que esto no os quite las ganas de disfrutar la ciudad, ya que, al ser la más grande del Norte de la isla, tiene sus restaurantes, bares, tiendas... e incluso universidad y hospital. Lo que también tiene, aunque esto lo tienen casi todos los pueblos de Islandia (incluso algunos muy pequeños), es un aeropuerto.

Además, la ciudad tiene bastante marcha el sábado tarde-noche (por supuesto, cuando decimos bastante marcha, nos referimos en comparación a otros países nórdicos... vamos, que tampoco esperéis encontraros la marcha de Ibiza, jeje).

Akureyri se encuentra a unos 100Km del círculo polar ártico, por lo que, si queréis, podéis contratar una excursión a la pequeña isla de Grimsey, que tiene el honor de ser cortada por esta línea imaginaria.
Aparte de ese honor, la isla tiene un altísimo interés para los ornitólogos, ya que allí anidan más de 1 millón de aves.
En esa isla de poco más de 5Km cuadrados viven casi un centenar de valientes, que se dedican fundamentalmente a la pesca.

Los alrededores de Akureyri son espectaculares y permiten realizar multitud de excursiones interesantes.
En el caso de que no tengáis coche de alquiler, Akureyri puede ser un buen “campamento base” desde el que hacer salidas de uno o varios días, y volver allí para descansar y no echar de menos la “urbe”.

Si queréis ver alguna foto interesante de Akureyri (además de la que os mostrábamos nosotros de la rulot), podéis consultar el siguiente enlace:
http://www.port.is/index.php?pid=6
Corresponde al puerto de Akureyri y además de fotos trae información útil de la ciudad.

Nosotros descansamos unos días en la “capital del Norte”, y decidimos continuar con nuestras aventuras, ya que no habíamos venido hasta aquí para quedarnos en una “urbe”.

Continuará...





Un saludo,

El equipo de ViajarWeb.
Etapa III: Península de Snaefellness




El verdadero viaje a Islandia comenzaba ahora...

Salimos de Husafell (aquí os recomendamos pasar un par de días, ya que es un sitio bastante bueno, y sobre todo si lleváis 4X4 se pueden hacer algunas rutas espectaculares), y nos dirigimos hacia la península de Snaefellness.
Esta península es conocida por ser el punto de partida del libro “Viaje al centro de la Tierra” de Julio Verne.
No se si habréis leído algún libro de este genio francés, pero para el que no lo haya hecho, recomendarle encarecidamente este libro, sobre todo si después vais a viajar a Islandia. La verdad es que la descripción de los paisajes islandeses que hace Verne en su libro escrito hace casi 150 años, no se diferencia en nada de lo que podéis ver actualmente.
Además, para quien piense que es un autor juvenil, hay que decirle que sus libros tienen gran documentación científica, y que este hombre era un “adelantado” a su época, que perfectamente se podía haber dedicado a la ciencia en vez de a la literatura...
En “Viaje al centro de la tierra” aplicó sus conocimientos en geología, mineralogía y paleontología. Las detalladas descripciones de animales antediluvianos maravillaron a los expertos, poniendo de manifiesto su extraordinaria intuición científica.

Volviendo al viaje, os recomendamos “dar de beber a los caballos”, que es otra manera de decir, llenar el depósito cuanto antes...
Esta recomendación os la haremos varias veces en estas rutas, pero todas ellas son ciertas... No hay que fiarse nunca, ya que la próxima gasolinera puede que esté a 200 o 300 Km.
Si lleváis 4X4, esta recomendación es todavía mayor, ya que podréis ir por rutas por dónde no hay NADA ni NADIE (en caso de 4X4, la opción de unos cuantos bidones de reserva es muy buena...)

Bueno, una vez que hemos cogido el libro de Verne, y que hemos repostado, sólo nos queda por hacer kilómetros...

Al alejarnos de Reykiavik, e ir hacia la península de Snaefellness, podemos tomar dos rutas:
1- Una es rodear la costa, e ir admirando el mar a su paso.
Si nunca habéis estado en Noruega, los fiordos islandeses os encantarán, pero si ya habéis estado, comprobaréis que no tienen nada que ver con los noruegos...

2- Seguir recto, y “adentrarnos” con el coche por debajo de los fiordos.
Esta segunda opción es posible gracias a un túnel de 5,6Km de longitud que atraviesa el fiordo de Hvalfjörður.
Este túnel fue construido entre 1996 y 1998 y es una de las grandes infraestructuras llevadas a cabo por los islandeses. En su travesía, llegamos a estar a 165 metros por debajo del nivel del mar...
La única pega de atravesar este túnel es que es de peaje, con un coste de 1000 ISK.

Nuestro equipo quiso atravesar el túnel, y paradójicamente ese trayecto se convirtió en un túnel del tiempo... Pasado el túnel se dejaban atrás las grandes obras creadas por el hombre para descubrir las grandes obras de la Naturaleza...
En esta regresión en el tiempo, descubrimos grandes paisajes, cascadas, caballos en semi-libertad, granjas alejadísimas entre sí...
Parecía que habíamos vuelto a la época en la que Verne escribió “Viaje al Centro de la Tierra”, y sus personajes viajaban en caballos y burros desde Reykiavik hasta el volcán que da nombre a la península de Snaefellness...

En una de esas cascadas que surgían de la nada, decidimos parar y admirar su belleza...
Un alegre amiguito de 4 patas salió de la nada y nos acompaño en nuestro paseo...
Para él parecía un día de fiesta: seguramente no estaba acostumbrado a que ningún coche parase allí, a algunos kilómetros de su granja, y decidiesen pasear a su lado...
Eso nos hizo recapacitar de lo que sería vivir allí...

Si os gusta montar a caballo, os recomendamos parar en cualquiera de estas granjas, ya que en la mayoría de ellas se puede contratar un viajecito a lomos de los pequeños, pero aguerridos caballos islandeses.

Una vez llegados a la península de Snaefellness, paramos a ver el “Gigante” de los acantilados y la mayoría de aves que viven en ellos...
Se pueden avistar más de doscientas especies de aves (frailecillos, pigargos, halcones, halcones gerifaltes...). Ni que decir tiene que la frase anterior está copiada de la Wikepedia, ya que nuestro equipo no tiene ni idea de lo que es un halcón gerifalte...

Si eres aficionado a la ornitología, esta zona para ti es un paraíso, pero una advertencia... Aquí no hay límites turísticos...Un mal paso, o una ráfaga de aire más fuerte de lo normal te pueden llevar al fondo de los acantilados...
No es de exagerar si decimos que es posible que no os encontrasen nunca, ya que, en según que épocas del año, la afluencia de turistas no es muy grande en esta zona...

Para que os hagáis una idea de la cantidad de aves que residen en esta zona os diremos lo siguiente: Existen en estas carreteras señales de peligro con un ave pintada en su interior... Fue una pena que no fotografiásemos ninguna (si alguno lo habéis hecho, por favor, enviadnos la instantánea a nuestro e-mail: viajarweb@gmail.com)

Después de pasear junto a las aves se puede hacer dos cosas:
1- Ir hacia el pueblo de Olasvik subiendo parte del volcán Snæfellsjökull.
2- Rodear la costa.

Nuestro equipo quería hacer las dos cosas, por lo que, a la ida fuimos por la carretera que asciende parte del volcán.
Con una altitud de 1446 metros sobre el nivel del mar, es una de las montañas más altas de la península, con la característica, incluso, de poseer un glaciar en su cima. El volcán puede ser visto en días claros desde Reykjavík, a una distancia aproximada de 120 kilómetros.
Cómo ya avanzamos antes, esta montaña es conocida, a su vez, por ser el enclave donde se desarrolla la novela del autor francés, Julio Verne-Viaje al Centro de la Tierra.
Esta carretera se puede hacer con un turismo, siempre y cuando las condiciones meteorológicas sean favorables.

Al pasar al otro lado del volcán, llegamos al pueblo de Ólafsvík. Este pueblo tiene algo más de 1000 habitantes y se dedica sobre todo a la pesca.
Cuando nosotros llegamos no había nadie por las calles. Pudimos ver que no se trataba de un pueblo fantasma, ya que había una especie de cafetería que hacía las veces de oficina de turismo, dónde se informaban una pareja de extranjeros...

Dimos un paseo por su puerto, y visitamos su iglesia. Es una mole nueva que impresiona para el poco pueblo que tiene a sus píes...

Lo mejor era ver las cataratas naturales que se formaban en la montaña procedentes del glaciar, y que parecían caer sobre la parte alta del pueblo...

Ni que decir tiene que enseguida tomamos de nuevo el coche y decidimos rodear la costa por si veíamos algo interesante, y vaya si lo vimos...

Antes de salir de allí, vimos un pequeño museo de pescadores de la zona y decidimos entrar. No podemos citar nada demasiado importante del museo, salvo que utilizamos las instalaciones para recargar nuestras garrafas de agua potable...
Lo mejor del museo estaba fuera, es decir en su jardín, ya que era un campo de lava de alguna antigua erupción de nuestro amigo Snæfellsjökull.

Cómo digo regresamos de nuevo al coche y comenzamos a bordear la costa de la península sin saber qué nos íbamos a encontrar...
La carretera no se puede decir que fuese buena, ya que estaba compuesta de arena de lava y piedras, pero al estar compactada, era lo suficientemente aceptable para conducir a unos 60Km/h. Además, no teníamos demasiada prisa, ya que las vistas merecían la pena... Por un lado teníamos el mar golpeando los acantilados, y al otro, el glaciar/volcán al que no se le veía la cima por albergar unas nubes compactas. En definitiva, toda la tierra que separaba el mar y el volcán era fruto de una antigua erupción.

Sin embargo, llegamos a un punto en el que estaban haciendo obras en la carretera...
Nos detuvimos detrás de un pequeño Toyota Yaris de tres puertas que seguramente pertenecía a otros turistas, y lo que vimos allí fue increíble...

Una gran excavadora cogía paladas y paladas de tierra de los bordes de la carretera, y lo iba distribuyendo encima de los huecos que se habían formado en el piso...
Al cabo de unos minutos, dejaba de coger tierra, y utilizada la misma pala a modo de rastrillo para alisar la nueva tierra encima de la carretera.
Hasta aquí todo puede parecer normal...
Yo miraba a mi alrededor esperando ver la aparición de una apisonadora que dejase compactada los nuevos metros cúbicos de tierra que habían hecho “crecer” la carretera en unos 40 centímetros con respecto al piso por donde habíamos venido, pero nunca apareció esa apisonadora...
Al cabo unos 10 minutos, cuando el buen hombre de la excavadora acabo de “distribuir” la tierra, nos dio paso con un gesto enérgico, cómo diciendo que no estaba dispuesto a peder del día.

Ni corto ni perezoso, el pequeño Toyota “rugió” como nunca lo había hecho, para intentar salvar esos 30-40 centímetros de nuevo desnivel que había en la carretera.
Una vez arriba, quedaba la no menos difícil tarea de evitar que las ruedas se clavasen literalmente en la tierra, cómo les pasa a los participantes del Dakar en las dunas mauritanas.

Una vez que comprobamos que el Yaris ya nos llevaba unos 50 metros de ventaja, comenzamos nuestro rally... Y menos mal que le dimos esos 50 metros, ya que comprobamos que las piedras volcánicas salían disparadas de nuestras ruedas motrices a una velocidad increíble. La mayoría de ellas nos golpeaban a nosotros mismos (desventajas de tener ruedas motrices delanteras), pero otras se lanzaban en búsqueda del coche que venía detrás de nosotros...

Iban pasando los metros, y nos dimos cuenta que nos estábamos acercando demasiado al Yaris a pesar de no haber metido ni siquiera la segunda marcha...
No voy a decir que nuestro Citroën no lo pasó mal, pero tenía algunos CV más que el Yaris, y eso se notaba en estas superficies...

Después de 3-4 minutos angustiosos, decidimos meter segunda para evitar que el motor saltase por los aires... Además, no se veía demasiada mejoría en la carretera...
Durante esos largos minutos se habló de regresar por donde habíamos venido, pero finalmente llegamos a una conclusión: Si el Toyota que va delante puede hacerlo, nosotros también...

Finalmente, pasados al menos 15 minutos (quizá fueran menos, pero a mi se me hacían eternos), llegamos en un punto en el que la tierra comenzaba a estar mucho más compactada, e incluso pudimos meter la tercera.
La razón del porqué estaba más compactado el piso no se hizo esperar mucho...
Al doblar una curva, vimos una gran explanada a modo de campamento base con una apisonadora y un camión volquete. Los conductores de ambos vehículos hablaban animosamente, cómo si no tuviesen nada que hacer...

Ni que decir tiene que no sé islandés, pero lo que sí que os puedo decir es que me acordé de toda su familia en un perfecto castellano...

La nueva carretera nos parecía una verdadera autopista, y la tensión fue disminuyendo considerablemente...
Llegamos de nuevo al lugar del gigante de los acantilados, y decidimos que era un buen sitio para comer, descansar y pasear viendo el mar y los miles de pájaros que anidaban por allí...

Por la tarde, decidimos salir de allí, y conducir lo más cercano posible a la carretera “1”, de modo que no se retrasase la salida del día siguiente.

La salida de la península fue muy emocionante, ya que desde el coche nos sentíamos los protagonistas de la película “Los Pájaros” de Alfred Hitchcock.
Es imposible imaginar a qué poca distancia del parabrisas te pasan los pájaros, y las veces que tocas el freno para evitar el impacto con varios de ellos...

A uno y otro lado de la carretera descubres que alguien no tuvo la misma suerte que tú, y los cadáveres de varios pájaros se juntaban con restos de cristales de faros o ventanillas...
Por si le interesa a alguien, decir que tomamos la carretera 54 en dirección a la carretera “1”, y de nuevo tuvimos que sufrir algo más de 60 Kilómetros de carretera en malas condiciones... Que conste que los datos aportados no son al azar, ya que, cómo buenos viajeros, anotábamos todas estas incidencias en nuestro cuaderno de bitácora, del cual os estamos haciendo resumen en estas páginas.

Cuando la noche se nos echaba encima, decidimos parar y seguir al día siguiente...

El lugar elegido para dormir fue Budardalur.

No os podemos contar demasiado de este pueblo, ya que no se encuentra ni en la Wikipedia. Sólo deciros de él que en islandés se escribe Búðardalur, que se asienta al borde del mar, que el anochecer fue muy bonito y que después comenzó a llover sin descanso durante toda la noche.

Llovió tanto que creí ver a Noé y a su arca pasando delante de mi, pero seguramente fue un sueño... ¿o no?

Un saludo,

El equipo de ViajarWeb.