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Etapa I: Llegada a Islandia

Dicen que la primera impresión es la que cuenta...
Sin embargo, afortunadamente eso no siempre es cierto. ¿Por qué lo decimos?

Porque la primera impresión que te da Islandia es la de haber aterrizado en un lugar apartado de la mano de Dios, sin ningún tipo de interés.

Cómo ya comentamos en el artículo anterior, el aeropuerto internacional (Keflavik), se encuentra a 50Km de la capital, y es un aeropuerto pequeño, por lo que, cuando sales de la Terminal, te das cuenta que estas en medio de ninguna parte.
Aunque antes de salir de la propia Terminal, una imagen se nos quedó grabada. Un monopatín dando vueltas en las cintas del equipaje, que permanecía allí de algún vuelo anterior. Evidentemente ese monopatín no debía de haber acabado en Islandia, o al menos, no conozco a nadie que fuese capaz de usarlo en ese país a no ser que lo usen como tabla de surf...

Nuestra primera anécdota en el país comienza al recoger el coche de alquiler.
En la Terminal todas las compañías de alquiler han enviado a una persona a atender al público,... menos la nuestra (no voy a deciros el nombre para no darles mala publicidad, aunque si queréis saberla, mandadnos un correo y os la decimos)...

Preguntamos por allí el por qué no estaba la dichosa agencia de alquiler, y nos dicen que esta gente tiene la sede a unos 500m-1000m del aeropuerto, por lo que, la mayoría de la veces no van al aeropuerto a esperar a nadie... (¡¡¡Qué cachondos!!!, la tarifa que habíamos pagado era con suplemento por recoger el coche en la Terminal)...

Bueno, ni cortos ni perezosos, comenzamos a andar a buscar la dichosa empresa de alquiler...

La distancia era pequeña, pero cuando se carga con todo el equipo para casi tres semanas, os prometo que los metros se hacen kilómetros. Además, una miembro del equipo tiene doble mérito, ya que aparte de su material, llevaba una personilla de 4 meses en su interior... (actualmente esa personilla ya anda).

Cuando llevábamos 100 metros andados, aparece una agradable mujer islandesa con un coche y nos pregunta dónde vamos... Al contarle la historia, se ofrece a llevarnos....

¡¡¡Pobre señora!!! Le llenamos el maletero de cosas y casi no cabemos nosotros, pero tenemos suerte, ya que la señora habla un poquito de español, y nos dice que viene todos los años a la Costa del Sol.
La mujer es muy maja, y no entiende como queremos quedarnos en Islandia casi tres semanas (“con el calorcito que estará haciendo por España”).

Al llegar a la agencia de alquiler, ni una excusa, ni una justificación de porqué no han traído el coche a la terminal, nada....Nos dan nuestro coche (es un turismo, no nos atrevemos con el 4x4), nos cuentan las condiciones y a correr...

Nos hace mucha gracia uno de los mapas que hay dentro de la guantera....
Es grande y de cartón. Aparecen todas las carreteras de Islandia y señalan los atractivos turísticos, pero además, se indican los lugares por dónde NO debemos entrar con ese coche...
Es algo basto, pero os prometo que fue uno de los mapas más usados...

Bueno, una vez pasado el trago del coche, cómo no tenemos prisa, decidimos recorrer el área cercana al aeropuerto (también llamada Península de Reykjanes)...
Pensamos....¡¡¡quizás haya algo chulo que ver!!!,
¡¡¡PUES NO!!!

Acabamos en un pueblo, cuyo único atractivo son dos faros, uno en uso y otro no...
En los carteles se cuentan cosillas para los ornitólogos, pero nosotros no distinguimos una gaviota de un buitre, por lo que nos da un poco lo mismo...
Si a vosotros no os da lo mismo, os comentaremos algo sobre este pueblo:

Garður (El nombre significa Jardín) es un pueblo que se siente orgulloso de sus faros. El viejo faro ha servido, más que a pescadores y marineros, cómo refugio para la observación de aves desde hace muchos años. En la primavera, muchos miles de aves migratorias se asientan en el sur y el oeste de la zona para pasar unos días antes de la difusión en todo el país...




Una vez que hubimos disfrutado de la vista del mar y de las aves desde el faro de Garður, quisimos ver el puente que separa las dos placas tectónicas, la Europea y la Americana, y hacernos la típica foto allí...
Primer fracaso...Según vamos con nuestro cochecillo de alquiler, al girar en una curva, vemos una piedrecita de media tonelada en medio de la carretera...

Para ser el primer día no estaba mal, por lo que decidimos ir sobre seguro, y visitar el único punto de interés de la península de Reykjanes, el Blue Lagoon o Laguna Azul.

Para saber qué es la Laguna Azul, os sugiero el programa de Javier Sardá “Dutifrí” sobre Islandia, que salía junto a Mercedes Milá.
Si no lo visteis, seguro que sí habéis visto el anuncio que están emitiendo ahora en Telecinco con el momento en que ambos presentadores “retozan” en la Laguna Azul, embadurnándose la cara con una cosa blanca...

Bueno, en pocas palabras, la Laguna Azul es un spa geotermal, donde el agua es rica en minerales como el sílice y el azufre.
La temperatura del agua varía en las distintas zonas de la Laguna, pero ronda los 40ºC. El agua proviene de una planta térmica que hay al lado, y cuando decimos al lado, es que se ve perfectamente desde la Laguna.
Parece ser que bañarse en sus aguas es bueno para algunas enfermedades de la piel, cómo la psoriasis.
Entrar cuesta unos 20€, pero merece la pena, ya que para nosotros fue una forma de cargar las pilas para los duros días que se nos avecinaban.
El horario es muy bueno, ya que abren ininterrumpidamente 12 horas en verano, por lo que aprovechamos los 20€ más que de sobras.
Estuvimos allí unas 6 o 7 horas, ya que incluso echamos alguna siestecita en las hamacas (en nuestra descarga hay que decir que salimos desde Madrid de noche, e hicimos escala en Gatwick antes de continuar hasta Islandia, por lo que estábamos bastante cansados).

Cómo anécdota en el Blue Lagoon contaremos la siguiente:
El parking está situado a unos 100 metros de la Laguna, en medio de un campo de lava.
Al ser nuestro primer día en Islandia, no teníamos la conciencia de qué en este país la delincuencia es cero, por lo que, hicimos lo que hubiésemos hecho en cualquier sitio de España: Para evitar que nos desvalijasen el coche, no se nos ocurrió mejor idea que llevarnos todo el material de valor con nosotros.
Teníais que habernos visto: Todo el mundo con un bañador y una toalla y nosotros con unas mochilas que parecíamos unos Sherpas del Himalaya.

Una vez fuera de la Laguna Azul, merece la pena pasear por el campo de lava y hacer algunas fotos:
Nosotros no sabemos si los Americanos llegaron o no a la Luna, pero seguro que si no lo hicieron, grabaron el famoso video de Armstrong en Islandia...

Después de eso, cómo teníamos energías renovadas, decidimos adelantar kilómetros a la etapa del día siguiente, dirigiéndonos hacia Reykiavik (en el próximo capítulo contaremos el porqué), y sorpresa....al pasar por un pueblo que empezaba por “L”, encontramos un ¡¡¡IKEA!!!...
Las féminas del grupo hicieron la fuerza suficiente para que no nos fuésemos de Islandia sin ver el IKEA.

Manda huevos... ¡¡¡3000 Km de avión para ir de compras al IKEA!!!


Un saludo.

El equipo ViajarWeb

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